CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
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CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Graves problemas familiares, me han quitado las ganas de campear y el deseo de escribir hechos vividos personalmente o que me han confiado cazadores amigos, por eso mi ausencia de varios meses, por lo que pido disculpas a mis colegas cazadores del foro, pero a veces la vida nos da un golpe, duro de verdad. Habiendo ya pasado unos meses y volviendo de a poco a una vida normal que solía tener, en esta tarde de melancolía, propia de cuando uno se recupera de tristezas personales, decidí relatar un hecho confesado por un amigo y que me llego.
Valga esto para expresar que así como en la vida en nuestro monte del norte, uno puede vivir circunstancias extenuante que te ahogan y las cargas en tu corazón hasta que el tiempo o algun otro hecho lo va diluyendo hasta tranquilizar el alma, pero sin olvido, solo experiencia inolvidable, aunque dolorosa. Agradezco los mensajes privados de muchos foristas interiorizándose sobre mi ausencia, agradezco vuestra paciencia en la demora en responder, pero como dije el desgano y la apatía me había llenado el alma, lo cual ya estoy dejando atrás. Bueno les cuento que hace poco hablando con mis compañeros de cacería Miguel Garcia, Fadel y Pupo Fontanini, en una noche de fogón de un fin de semana muy reciente, fecha que fue mi regreso al monte, en una larga cacería de majanos, después de cómo dije varios meses ausente, recordando esta fallida cacería de majanos, que si estuvimos viernes, sábado , domingo, campeándolos, los ubicamos recién, cuando ya estábamos desahuciados de caminar y montear, y que los mosquitos, que por ratos el calor, la tierra y el cansancio de andar y andar, sin ver nada. Que decía lo vimos salir del monte una tropa grande como de treinta en fila india y nosotros, cerca, ya volviendo para la camioneta, Miguel, Fontanini y yo, con armas con mira telescópicas, que casi al oscurecer nos traicionaron, pues no los podíamos ver, y aunque prendimos la linterna, todavía no era de noche, y estaban a unos ochenta metros, saliendo. Qué manera de correr, ellos, pues yo me quede, parado donde estaba, mientras ellos, pistola, revolver, en mano corrían hacia los majanos que ya presurosos se metían al maíz, que tardaron en trillar y se produjo el desbande, rompiendo cañas en el sembrao y palos en el monte, en un despelote, que uno no sabe para donde mirar, que los ve un segundo y ya se pierden y así nomas. Deje el inútil fusil, y saque mi pistola nueve y me sale de pronto del maíz un majano “pichón”, ahicito, bonito era, le apunte con la pistola, para tirarle y sale otro más grandes detrás de el, la madre , pienso, el segundo que perdí y la duda lo salvo, pues se perdió como una exhalación al maíz, quedando su madre, haciendo los consabidos ruidos con los dientes y parando los pelos del lomo, casi al oscurecer, me contuve y no tire, la duda de si tirar, de nuevo y salió como tiro rompiendo chacra por el sembrao, que si fue mejor.
En esta cacería en las idas y venidas nocturnas, buscando los majanos, sucedió algo que después desencadeno una impactante confesión de Miguel, sobre un hecho reciente y que lo tuviera taciturno y pensativo, hecho notado por supuesto por nosotros, por mis amigos hace tiempo, pero en mi caso en esta cacería, que era mi regreso. El tema que en una de las noches al recorrer los campos en el camino se nos cruzo un tigre medio “pichon”, aunque grande ya, creo recordar que hace como dos años fue la última vez que había visto uno cruzando así, lo vimos perfectamente por las luces de la camioneta y al frenar para observarlo y disfrutarlo, pues cruzo lento el camino, ignorándonos, Miguel se largo como loco, ante nuestros gritos, hecho extraño en si mismo, dejándonos, además de los gritos y retos, preocupados y desconcertados, situación que fue aclarada, después en un fogón al terminar la cacería y que voy a tratar de relatar, de la forma más fiel posible, apelando a mi memoria, aunque fue muy reciente.
Como decía después en el silencio confabulatorio del fogón, comenzó con su monologo, que esperábamos, sin que hiciera falta, las preguntas:
“Les digo que desde que cazo, no muchos andan buscándolo en el monte al tigre para cazarlo, personalmente me era indiferente, pero si al principio, si lo veía en el monte lo escopeteaba, pero hacer una cacería del overo, era una idea que me rondaba en la cabeza como a muchos que conocí, pero que nunca paso de eso, en mi caso hasta impedirme dormir en esas noches de insomnio donde uno se imagina haciendo lo impensado , al final del cual uno se encuentra satisfecho, logrando el objetivo, pero se da que es un sueño claro y después de un tiempo de tires y aflojes en mi interior, decidí, seguir cazando chanchos y corzuelas nomas y ver qué pasa, y saben esto que digo, mi amigo Fadel únicamente lo sabe, una vez cazando solo pues nadie me acompaño, cosa que hago sin problemas , como muchos acá. El caso que andaba por allí retozando según mi albedrio en los montes de los cerros con mi escopeta, con cartuchos recargados que hacíamos, de tres armábamos dos, dividiendo la pólvora para dos cartuchos, poniéndole cinco, seis o siete balines esféricos del 5 y medio, eran unos taponazos, que a los cuchis, los clavaba en el lugar. El caso que andaba caminando un pajonal medio alto, que salía de un monte intenso, donde se ve que hubo agua y ahora tenía suelo húmedo y blando, más bien barroso, revisando las huellas que había y entre varias de cuchis vi una de tigre enorme bien marcadas en el suelo húmedo, en esos menesteres me da ganas de cagar y soy cumplidor en ese sentido. Me metí al monte, frente del pajonal, que no era muy extenso y estando, yo sentado con los pantalones abajo reflexionando de cómo pasa la vida y como llega la muerte, que es lo que se acostumbra, en esos casos, sin darme cuenta me topo el tigre, que lo vi apenas un segundo viniendo hacia mí, en el acto se desvió y se metió al pajonal, todo en un par de segundo, frente mío, levantarme y agarrar la escopeta fue todo en uno, vehemente yo, con el corazón a mil, pero ciego me fui al pajonal y lo busque mirando inquisitivamente , en ese pajonal reluciente, el bicho sintió la amenaza, todo en silencio y me metió un rugido de rabia reventando el monte ahí cerca hermano, escondido casi frente mío, seguro mirándome, sin que lo vea yo, que puedo decir me tembló el cuerpo y me quede apuntando con la escopeta, respirando y ahogándome al mismo tiempo, pero sujetándome, tomo no se unos minutos o segundo, que se yo, cuando lo distinguí al salir del pajonal, a mi derecha, majestuoso, cerca, sin temor, giro la cabeza y me miro, con esos ojos amarillos, yo apuntando y ….. lo deje ir , cuando desapareció respire tan profundo que casi se me sale el alma, como si hubiera visto un aparecido y hasta el día de hoy en las que uno sufre situaciones de stress en la vida o al manejar, cuando casi choca o cualquier otro susto, no sentí temor igual, compañero. Mi amigo Fadel a quien tuve necesidad de contarle, me escucho esa vez y se rio diciéndome, fue lo mejor.” Dicho esto Fadel asiente con la cabeza, la tremenda confesión de mi amigo, hombre probo y curtido cazador, veterano de mil salidas, muchísimas conmigo.
Y en esa noche al cruzarse el overo en el camino, tarde ya, lo vimos perfectamente por la luz de la camioneta, despacio iba, el gato, tomándose su tiempo, frene, despacio y el tierral nos tapo, que casi ni nos dimos cuenta que Miguel se bajo ciego , que si atropello todo al bajar de la camioneta, mientras nosotros gritábamos, que parara, y se le fue sin mirar vea, frenándose cuando estuvo a su alcance y con la luz de la camioneta, le busco esos ojos amarillos que tiene pues estaba en ese bordo parado, moviendo la cola, tranquilo, aunque tenía la escopeta cargada , nunca pensó en usarla y saben el bicho se dio cuenta y mantuvo la mirada, nosotros desconcertados dentro de la camioneta , que si bajamos los tres, armas en mano, en mi caso la pistola nueve y los changos escopetas, amartilladas y caracho estaban cerca, uno del otro , que si los vimos perfectamente ya unos metros detrás de Miguel y el escuchaba nuestros gritos de, “no le tires”, pues pensábamos que lo quería matar, y el solo quería matar el temor que tenía en su interior, pues en su interior sentía que se había acobardado cuando el bicho lo grito, en el pajonal y le venía como un escorzar en el alma por lo hecho o tal vez por lo no hecho, cada vez que recordaba el incidente y confrontarlo esa vez de nuevo era lo que necesitaba hacer, fue lo máximo para él, después del rugido que le metió , pero estuvo tranquilo , sabiendo que no lo iba a atropellar y el gato creo sabiendo que no le iba a tirar y más que nunca esa vez estuvo satisfecho por no haberle tirado aquella vez del pajonal, y todo estuvo claro para él, porque no le tiro esa vez, no fue el, no podía tirarle aunque quisiera, así estaba destinao y satisfecho quedo, pues nada sucede en el monte sin una razón y esa estaba más allá de el, según cuenta, y nos quedamos mirando, armas en mano, sin entender, hasta que el gato se perdió y Miguel se dio vuelta y subió a la camioneta, tranquilo, entre nosotros, incrédulos de tamaña situación. Todos somos conocedores de los secretos y temores del monte, y lo que genera en cada uno, hombres grandes ya , veteranos cazadores, pero repitiendo incansablemente , nada sucede en el monte sin una razón y hay que aceptar las cosas como vienen. Ahora siente que está en paz con el gato, pero por esos ojos amarillos hace lo que sea, confiesa, claro que espera verlo de nuevo en el monte, por el gusto de verlo nomas y no confrontarlo, sin necesidad ya de campearlo o huellarlo, solo la satisfacción de encontrarlo, y en el silencio que siguió a su confesión total, nuestro amigo Miguel García, lo rompe con esas coplas chaqueñas, siendo ya de madrugada , y nos dejamos llevar cada uno por sus pensamientos, mientras chisporrotea el fuego y hay que preparar las cosas para volver, sin haber hecho un tiro, ninguno, en tres días de huellar los majanos, bha por lo menos los vimos, rompiendo el silencio con un salud, en la picada improvisada de escabeches varios antes de partir, parándonos todos en el acto, “Por el overo”, y volvimos al pueblo en el silencio comprendido en el que nuestro amigo se sumerge. Saludos Beto Aguirre
Valga esto para expresar que así como en la vida en nuestro monte del norte, uno puede vivir circunstancias extenuante que te ahogan y las cargas en tu corazón hasta que el tiempo o algun otro hecho lo va diluyendo hasta tranquilizar el alma, pero sin olvido, solo experiencia inolvidable, aunque dolorosa. Agradezco los mensajes privados de muchos foristas interiorizándose sobre mi ausencia, agradezco vuestra paciencia en la demora en responder, pero como dije el desgano y la apatía me había llenado el alma, lo cual ya estoy dejando atrás. Bueno les cuento que hace poco hablando con mis compañeros de cacería Miguel Garcia, Fadel y Pupo Fontanini, en una noche de fogón de un fin de semana muy reciente, fecha que fue mi regreso al monte, en una larga cacería de majanos, después de cómo dije varios meses ausente, recordando esta fallida cacería de majanos, que si estuvimos viernes, sábado , domingo, campeándolos, los ubicamos recién, cuando ya estábamos desahuciados de caminar y montear, y que los mosquitos, que por ratos el calor, la tierra y el cansancio de andar y andar, sin ver nada. Que decía lo vimos salir del monte una tropa grande como de treinta en fila india y nosotros, cerca, ya volviendo para la camioneta, Miguel, Fontanini y yo, con armas con mira telescópicas, que casi al oscurecer nos traicionaron, pues no los podíamos ver, y aunque prendimos la linterna, todavía no era de noche, y estaban a unos ochenta metros, saliendo. Qué manera de correr, ellos, pues yo me quede, parado donde estaba, mientras ellos, pistola, revolver, en mano corrían hacia los majanos que ya presurosos se metían al maíz, que tardaron en trillar y se produjo el desbande, rompiendo cañas en el sembrao y palos en el monte, en un despelote, que uno no sabe para donde mirar, que los ve un segundo y ya se pierden y así nomas. Deje el inútil fusil, y saque mi pistola nueve y me sale de pronto del maíz un majano “pichón”, ahicito, bonito era, le apunte con la pistola, para tirarle y sale otro más grandes detrás de el, la madre , pienso, el segundo que perdí y la duda lo salvo, pues se perdió como una exhalación al maíz, quedando su madre, haciendo los consabidos ruidos con los dientes y parando los pelos del lomo, casi al oscurecer, me contuve y no tire, la duda de si tirar, de nuevo y salió como tiro rompiendo chacra por el sembrao, que si fue mejor.
En esta cacería en las idas y venidas nocturnas, buscando los majanos, sucedió algo que después desencadeno una impactante confesión de Miguel, sobre un hecho reciente y que lo tuviera taciturno y pensativo, hecho notado por supuesto por nosotros, por mis amigos hace tiempo, pero en mi caso en esta cacería, que era mi regreso. El tema que en una de las noches al recorrer los campos en el camino se nos cruzo un tigre medio “pichon”, aunque grande ya, creo recordar que hace como dos años fue la última vez que había visto uno cruzando así, lo vimos perfectamente por las luces de la camioneta y al frenar para observarlo y disfrutarlo, pues cruzo lento el camino, ignorándonos, Miguel se largo como loco, ante nuestros gritos, hecho extraño en si mismo, dejándonos, además de los gritos y retos, preocupados y desconcertados, situación que fue aclarada, después en un fogón al terminar la cacería y que voy a tratar de relatar, de la forma más fiel posible, apelando a mi memoria, aunque fue muy reciente.
Como decía después en el silencio confabulatorio del fogón, comenzó con su monologo, que esperábamos, sin que hiciera falta, las preguntas:
“Les digo que desde que cazo, no muchos andan buscándolo en el monte al tigre para cazarlo, personalmente me era indiferente, pero si al principio, si lo veía en el monte lo escopeteaba, pero hacer una cacería del overo, era una idea que me rondaba en la cabeza como a muchos que conocí, pero que nunca paso de eso, en mi caso hasta impedirme dormir en esas noches de insomnio donde uno se imagina haciendo lo impensado , al final del cual uno se encuentra satisfecho, logrando el objetivo, pero se da que es un sueño claro y después de un tiempo de tires y aflojes en mi interior, decidí, seguir cazando chanchos y corzuelas nomas y ver qué pasa, y saben esto que digo, mi amigo Fadel únicamente lo sabe, una vez cazando solo pues nadie me acompaño, cosa que hago sin problemas , como muchos acá. El caso que andaba por allí retozando según mi albedrio en los montes de los cerros con mi escopeta, con cartuchos recargados que hacíamos, de tres armábamos dos, dividiendo la pólvora para dos cartuchos, poniéndole cinco, seis o siete balines esféricos del 5 y medio, eran unos taponazos, que a los cuchis, los clavaba en el lugar. El caso que andaba caminando un pajonal medio alto, que salía de un monte intenso, donde se ve que hubo agua y ahora tenía suelo húmedo y blando, más bien barroso, revisando las huellas que había y entre varias de cuchis vi una de tigre enorme bien marcadas en el suelo húmedo, en esos menesteres me da ganas de cagar y soy cumplidor en ese sentido. Me metí al monte, frente del pajonal, que no era muy extenso y estando, yo sentado con los pantalones abajo reflexionando de cómo pasa la vida y como llega la muerte, que es lo que se acostumbra, en esos casos, sin darme cuenta me topo el tigre, que lo vi apenas un segundo viniendo hacia mí, en el acto se desvió y se metió al pajonal, todo en un par de segundo, frente mío, levantarme y agarrar la escopeta fue todo en uno, vehemente yo, con el corazón a mil, pero ciego me fui al pajonal y lo busque mirando inquisitivamente , en ese pajonal reluciente, el bicho sintió la amenaza, todo en silencio y me metió un rugido de rabia reventando el monte ahí cerca hermano, escondido casi frente mío, seguro mirándome, sin que lo vea yo, que puedo decir me tembló el cuerpo y me quede apuntando con la escopeta, respirando y ahogándome al mismo tiempo, pero sujetándome, tomo no se unos minutos o segundo, que se yo, cuando lo distinguí al salir del pajonal, a mi derecha, majestuoso, cerca, sin temor, giro la cabeza y me miro, con esos ojos amarillos, yo apuntando y ….. lo deje ir , cuando desapareció respire tan profundo que casi se me sale el alma, como si hubiera visto un aparecido y hasta el día de hoy en las que uno sufre situaciones de stress en la vida o al manejar, cuando casi choca o cualquier otro susto, no sentí temor igual, compañero. Mi amigo Fadel a quien tuve necesidad de contarle, me escucho esa vez y se rio diciéndome, fue lo mejor.” Dicho esto Fadel asiente con la cabeza, la tremenda confesión de mi amigo, hombre probo y curtido cazador, veterano de mil salidas, muchísimas conmigo.
Y en esa noche al cruzarse el overo en el camino, tarde ya, lo vimos perfectamente por la luz de la camioneta, despacio iba, el gato, tomándose su tiempo, frene, despacio y el tierral nos tapo, que casi ni nos dimos cuenta que Miguel se bajo ciego , que si atropello todo al bajar de la camioneta, mientras nosotros gritábamos, que parara, y se le fue sin mirar vea, frenándose cuando estuvo a su alcance y con la luz de la camioneta, le busco esos ojos amarillos que tiene pues estaba en ese bordo parado, moviendo la cola, tranquilo, aunque tenía la escopeta cargada , nunca pensó en usarla y saben el bicho se dio cuenta y mantuvo la mirada, nosotros desconcertados dentro de la camioneta , que si bajamos los tres, armas en mano, en mi caso la pistola nueve y los changos escopetas, amartilladas y caracho estaban cerca, uno del otro , que si los vimos perfectamente ya unos metros detrás de Miguel y el escuchaba nuestros gritos de, “no le tires”, pues pensábamos que lo quería matar, y el solo quería matar el temor que tenía en su interior, pues en su interior sentía que se había acobardado cuando el bicho lo grito, en el pajonal y le venía como un escorzar en el alma por lo hecho o tal vez por lo no hecho, cada vez que recordaba el incidente y confrontarlo esa vez de nuevo era lo que necesitaba hacer, fue lo máximo para él, después del rugido que le metió , pero estuvo tranquilo , sabiendo que no lo iba a atropellar y el gato creo sabiendo que no le iba a tirar y más que nunca esa vez estuvo satisfecho por no haberle tirado aquella vez del pajonal, y todo estuvo claro para él, porque no le tiro esa vez, no fue el, no podía tirarle aunque quisiera, así estaba destinao y satisfecho quedo, pues nada sucede en el monte sin una razón y esa estaba más allá de el, según cuenta, y nos quedamos mirando, armas en mano, sin entender, hasta que el gato se perdió y Miguel se dio vuelta y subió a la camioneta, tranquilo, entre nosotros, incrédulos de tamaña situación. Todos somos conocedores de los secretos y temores del monte, y lo que genera en cada uno, hombres grandes ya , veteranos cazadores, pero repitiendo incansablemente , nada sucede en el monte sin una razón y hay que aceptar las cosas como vienen. Ahora siente que está en paz con el gato, pero por esos ojos amarillos hace lo que sea, confiesa, claro que espera verlo de nuevo en el monte, por el gusto de verlo nomas y no confrontarlo, sin necesidad ya de campearlo o huellarlo, solo la satisfacción de encontrarlo, y en el silencio que siguió a su confesión total, nuestro amigo Miguel García, lo rompe con esas coplas chaqueñas, siendo ya de madrugada , y nos dejamos llevar cada uno por sus pensamientos, mientras chisporrotea el fuego y hay que preparar las cosas para volver, sin haber hecho un tiro, ninguno, en tres días de huellar los majanos, bha por lo menos los vimos, rompiendo el silencio con un salud, en la picada improvisada de escabeches varios antes de partir, parándonos todos en el acto, “Por el overo”, y volvimos al pueblo en el silencio comprendido en el que nuestro amigo se sumerge. Saludos Beto Aguirre
- calupa
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
El pintado...Si solo encontrar sus huellas impresas en el polvo de las picadas eriza la piel , el bramido mete hielo a todo el triperío. Imagínense lo que debe ser mirarse cara a cara ahí nomás, a un salto de distancia....
Bienvenido al ruedo, Bto., lo estábamos extrañando!
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Las pulgas saltan de perro en perro ; los piojos de cabeza en cabeza y los políticos de partido en partido.
En qué se parecen?
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Hola Don BETO,
Fascinante relato...!!! Como pocos, o ninguno, de los que leemos por aquí.
Lo había echado de menos pero no me imaginé que su ausencia sería por algo personal y doloroso. Va mi acompañamiento.
Saludos y gracias.
CAF
Fascinante relato...!!! Como pocos, o ninguno, de los que leemos por aquí.
Lo había echado de menos pero no me imaginé que su ausencia sería por algo personal y doloroso. Va mi acompañamiento.
Saludos y gracias.
CAF
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Bueno el relato. Y va de suyo aclarar que cuando se está cazando no hay obligación de tirarle a todo lo que aparece, ésto lo sabe el cazador con unos años a cuestas.
Slds.
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- 12mag
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Beto, que lindo tenerte de nuevo en el fogón, espero puedas superar este mal trago en lo personal....
El relato como siempre impecable, hasta a mi se me erizaba la piel a mediada que leía, tenes la magia de trasmitir los sucesos y hacerme sentir que estoy ahí, tal vez porque como norteño, hablamos en el mismo idioma del monte del chaqueño....
Esas cacerías de majanes me enloquecen de solo imaginarlas, ese tronar de colmillos, el ruido a monte roto y el olor a almizcle que impregna el aire hace fluir la adrenalina y acelera el corazón hasta el punto de ahogarnos por olvidarnos de respirar por estar tan metido en la revuelta tratando de poder ubicar esas bolas peludas que pasan como rayo sin darnos oportunidad de tirar...
PD: Muy loable gesto el de no tirar al pichon y a la madre, son decisiones que se aprenden a tomar con los años y muchas salidas en el lomo, un novel le prende un tiro al primero que ve....
El relato como siempre impecable, hasta a mi se me erizaba la piel a mediada que leía, tenes la magia de trasmitir los sucesos y hacerme sentir que estoy ahí, tal vez porque como norteño, hablamos en el mismo idioma del monte del chaqueño....
Esas cacerías de majanes me enloquecen de solo imaginarlas, ese tronar de colmillos, el ruido a monte roto y el olor a almizcle que impregna el aire hace fluir la adrenalina y acelera el corazón hasta el punto de ahogarnos por olvidarnos de respirar por estar tan metido en la revuelta tratando de poder ubicar esas bolas peludas que pasan como rayo sin darnos oportunidad de tirar...
PD: Muy loable gesto el de no tirar al pichon y a la madre, son decisiones que se aprenden a tomar con los años y muchas salidas en el lomo, un novel le prende un tiro al primero que ve....
No doy explicaciones, de por qué cazo, mis amigos no las necesitan, mis enemigos no las creerán y los bol~#!@ nunca las entenderán...12mag...
- TrueGrit
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Excelente relato, al mejor estilo Horacio Quiroga.
Que la escritura le sirva de bálsamo y de quitapenas, Muchas Gracias por brindarnos sus experiencias tan bién escritas.
Saludos
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Buenos Tiros y Buena Caza
- sliccer
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Extraordinario relato plasmado de emociones reales y vivencias palpables, amigo BTO...si Ud. es tan bueno con la escopeta, tanto como con la vena literaria, podra darse por conforme, este relato me tuvo pegado a la pantalla y me gustaria escuchar mas de su obra.
Lo Felicito de corazon y si el Tata nos cierra una puerta ...tambien nos abre una ventana...
Un Gusto saber que anda por este foro lleno de Amigos.
Gary (pa lo que guste mandar)
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Lo importante : poner en marcha el cerebro antes que la lengua.
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
EMOCIONANTE RELATO,¿QUE ENIGMAS ENCIERRA EL OVERO QUE CAUSA ÉSAS SENSACIONES?...¡¡¡VAYA UNO A SABER!!!,PERO CUANDO HAY UN RELATO TIGRERO HAY MUCHAS OREJAS ALERTA,PERSONALMENTE SEGUÍ LOS DETALLES DE SU NARRACIÓN CON GENUINO INTERÉS,MUCHAS GRACIAS
Daniel Gigena taxidermista
- alfredo1
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Hola Beto Aguirre,te mando un abrazo de solidaridad con tu desgracia y que te recuperes pronto.En cuanto al Yaguareté,magnífico tu relato,y yo me imaginaba la escena,ya que ambos lo conocemos.
Saludos y mucha fuerza
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A la luz de un farol apagado,un ciego leía y un sordo escuchaba lo que un mudo le decia.
- pecari357
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Exelente relato Beto. Ya te extrañabamos en el foro. Son relatos que te hacen vivir ese momento en el monte impenetrable.
Saludos
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- GUSTAVO 300 WM
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Beto le mando un abrazo y Dios quiera que el mal momento pase pronto.
Hermosa anécdota.
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Lo guardo, despues lo leo
Saludos
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- NOCKASERGIO
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Todos los dias entraba para ver si habías posteado algo..... muy lindo una vez mas, me llena de energía para seguir mi vida leyendo lo tuyo... un abrazo...
YO SOY TORO EN MI RODEO Y TORAZO EN RODEO AJENO
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Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Gracias Beto por el impecable relato, como todos los suyos, en buena hora su regreso y a olvidar las penas.
Saludos y buena caza-!!
Saludos y buena caza-!!
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- Registrado: Sab Jun 19, 2010 2:26 pm
Re: CHACO SALTEÑO, RELATO CORTO DE UN ENCUENTRO CON EL TIGRE
Que hermoso relato,felicitaciones!!!!!!!!